SIESTA DE SOMBRILLA
Arrullo de brisa, olas rompiendo a mis pies, niños renegados de la siesta, que arrastran sus palas y cubos en busca de formas sobre la arena; barquitos que rugen interrumpiendo, casi un sacrilegio, la dulce quietud de estos momentos.
Se hacen presentes hasta los ladridos de mi perro, que desde mi patio también reclama llegar a la orilla. Yo aquí bajo la sombrilla, junto al mar, me adormezco. Un sueño tan dulce y reparador, que me transporta al mejor de los mundos.
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